Cuando el balance entre microtrauma repetitivo y la fatiga que conlleva, es mayor a la capacidad de remodelación de este tejido, pueden aparecer lesiones oseas de diversas índoles.

Se acerca la primavera, con gran beneficio en relación al aumento de horas de luz y un supuesto mejor clima para la realización de actividad física, por lo que mayormente crece la cantidad de personas dispuestas a trotar por las calles de la ciudad. No obstante, y si  estás ya decidido a recorrer distancia y sumar kilometraje corriendo para beneficio personal, debes tomar en cuenta que al volcarse desproporcionadamente a realizar esta actividad, someterás a tu cuerpo a estímulos repetidos y desgastes propios de la realización de dicho ejercicio, donde todo suma; tu postura, tu peso, la superficie en la cual estas trotando, tu condición física de base, tu flexibilidad y elasticidad muscular, tu tiempo y volumen de ejercicio (denominaremos estas variables en conjunto intensidad), tu equipamiento adecuado, tus tiempos de descanso, tu estado nutricional, etc. A la suma de todo, el impacto que generarás al mezclar todas estas y otras variables  lo llamaremos microtraumas, pues bien, la suma de días de trote y ejercicios por ti realizado, resultarán en microtraumas repetitivos que según cuanta sea su magnitud, necesitarán de tiempos biológicos específicos para que tus huesos absorban ese impacto y no se dañen, y más aún, se renueven de manera eficaz.

Pero cuando el balance entre microtrauma repetitivo y la fatiga que conlleva, es mayor a la capacidad de remodelación de este tejido, pueden aparecer lesiones óseas de diversa índole, una de ellas la conocemos como lesión por sobreuso o fractura por estrés, en la que existirá pérdida de continuidad en alguna parte de la estructura de tu hueso.

En cualquier deporte, esto se puede dar, pero dado los factores antes mencionados se ha evidenciado en mayor cuantía en atletas corredores y saltadores para los huesos del miembro inferior, preferentemente los de la pelvis (coxal) , el fémur, la tibia, la fíbula, metatarsos (sobretodo el quinto) y el navicular del pie.

Ahora bien, existen de alto y bajo riesgo según la localización, y dentro de ellas las del pie son consideradas de alto riesgo, ya que pueden darse en el tiempo, permanecer sin ser realmente diagnosticadas y generar retardo de consolidación o no consolidación ósea, esto es que no cicatriza bien el hueso  o no lo hace definitivamente, lo que te precipita rápidamente a tratamientos más invasivos en la zona (créeme que partir trotando para querer estar físicamente apto y activo durante el año y terminar en cirugía, no hará que te sientas feliz con el ejercicio). Pues, por parte baja, al cursar una lesión de este tipo serán 6 a 8 semanas de baja de impacto en la zona de lesión y una vuelta deportiva posterior.

Para prevenir que no experimentes esta lesión, debes procurar manejar de manera adecuada los factores de riesgo que te indicamos anteriormente, planifícate bien (dato: ordena un plan progresivo de carga de ejercicio y puedes apoyarte en profesionales para lo mismo, generando una pretemporada antes de sumar tantos kilómetros), usa equipamiento deportivo adecuado (dato: las zapatillas, por muy lindas que sean, muchas veces su capacidad amortiguadora, por los materiales con que están hechas, no cumplen con esta característica, por lo que deben ser renovadas según cantidad de kilometraje que les des; al igual que las ruedas de un auto). Evita superficies excesivamente duras, en la medida que se pueda, pon atención a tu nutrición y balance hídrico (dato: recuerda que cuando tienes sed, ya estás en suma algo deshidratado); planifica también las pausas necesarias (dato: tan importante como hacer ejercicio es también descansar); flexibiliza tu musculatura (dato: los músculos trasnmiten su fuerzas de contracción a los huesos y junto a ellos disipan las cargas a la cual sometes a tu cuerpo, pues entonces son una unidad importante en al absorción eficiente del impacto). En resumen, orden, planificación y asesoramiento son una buena trilogía a seguir para poder vivir la vida en movimiento, pero feliz.

 

 

Ya que sabemos que es una lesión por estrés, hablemos ahora de las lesiones que se pueden generar bajo condición de estrés, esto es otro mundo, el estrés patológico lo podemos entender como un estado de sensación continua de cansancio mental y físico que te lleva a una serie de reacciones fisiológicas de tensión emocional, psíquica y metabólica, y de carácter de disfunción crónica del cuerpo, mediado y modulado por nuestro sistema nervioso. Pero el estado constante de estrés patológico del organismo, nos determina algunos signos y síntomas tales como ansiedad, alteraciones hormonales, como por ejemplo  la elevación del cortisol y problemas del metabolismo, depresión, fatiga continua y otros cambios conductuales. En este momento pregúntate si bajo esta sintomatología ¿te lanzarías a la calle a realizar ejercicio?, la mayoría respondería que no, y más aún un ejercicio desmesurado y poco planificado, podría aumentar el problema más que ayudarte a subsanarlo, pero no te desanimes, pese a que el estar estresado puede, ante un ejerccio poco adecuado, precipitarte a lesiones de diferente índole, un ejercicio bien planificado es un pilar fundamental para sacarte el problema de encima. Es por ello que bajo una clara supervisión de los profesionales idóneos en la materia, deberás hacer un buen programa de actividad física y verás como comienza a cambiar este horizonte negativo que antes contemplabas.

 El ejercicio adecuado y bien realizado en su medida justa, ha demostrado bajo condiciones de estrés de una persona, otorgar innumerables beneficios tales como, reducir los niveles de cortisol (que estaban si lo recuerdas elevados); combate la depresión (aumenta la autoestima y mejora la confianza en uno mismo); eleva tu estado de ánimo (se produce secreción de endorfinas que son hormonas ligadas a estados de placer y baja de dolor); disminuye los niveles de ansiedad (regula el metabolismo de muchos y diversos componentes del equilibrio interno) y ofrece un objetivo como salida a la frustración, entre otras cosas. Todo esto en conjunto hará que cambies la forma de ver los colores de la vida que te rodea, en resumen, no hay pérdidas en ponerse en movimiento, solo ganancias; y como dato final, para que exista algo de cambio en tu mente y cuerpo con la realización del ejercicio, como base la idea de cantidad de ejercicio según parámetros actuales es: realizar a la semana no menos de 150 minutos de ejercicios, es decir, ahí tienes tu primera meta, pero cuidado, no sirve contar los minutos que caminas todos los días ni que subes y bajas escaleras, la actividad física debe ser por sobre el nivel habitual de esfuerzo que  realizas. Ya lo sabes, distribuye tus 150 minutos y disfruta de estar más activo que nunca.

 

Julio Figueroa Puig

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